martes, 22 de junio de 2010

A próposito de las palabras


Cuando la catarsis nos invade



COCKTAIL DE FRUTAS LOCAS



La mayor parte del tiempo participo en la elaboración de la información pero en esta ocasión sólo fui otra espectadora.

 
Hay ocasiones en las cuales uno necesita darse tiempo para reflexionar lo mucho que acontece a su alrededor, ahora me tocó a mi encontrarme saturada de información; de lo mucho que sucedió en estas últimas semanas lo que más me sorprendió fue la sensación de que no he logrado conjugar lo que se con lo que siento.

El ser espectador de las injusticias y maldades que atañen a nuestro mundo nos coloca en una condición muy humana de testigos impávidos, carentes de la posibilidad de intervenir, completamente conscientes de que ninguna de nuestras acciones surtirá el efecto que deseamos.

Al reflexionar acerca de esto me invade la pregunta incomoda ¿qué nos hace indiferentes ante la desgracia ajena? ¿Es la falta de información? Creo yo que es exactamente lo contrario, es la saturación de información la que ha generado este desinterés. Entre más escucha uno acerca de un tópico menos importancia se le da al mismo.

Y es la palabra “globalización” la que taladra en mi cabeza. Este concepto que empleamos casi a diario casi sin darnos cuenta, que paradójicamente nos es tan ajeno como familiar. ¿Cuantos de nosotros no hemos hecho uso de esta palabra en alguna frase? El pensar en la globalización me dio la noción de no tener idea de que es exactamente, lo más triste fue darme cuenta que realmente no me preocupa no saber a ciencia cierta qué es; un termino tan cotidiano- que anda en boca de todos- es inútil discutir acerca de qué es y como funciona.

La confrontación con mi indiferencia me recordó a una amiga que era amante de los ácidos y los cristales (drogas alucinógenas), recuerdo que alguna vez me comentó que entre más “fregaderas se metía” menos sentía, sólo le quedaba la sensación de estar dentro de un “cocktail de frutas locas” en donde nada importa –las penas no caben en tus pensamientos –me decía.

Lo mismo nos pasa como sociedad, traemos un “cocktail de frutas locas” en la cabeza que no nos deja pensar ni sentir, que nos vuelve idiotas ante la apabullante realidad.

Esta fuga mental, en la que todos nos refugiamos, es la que nos impide ser más críticos, más analíticos, conscientes de las cosas que pasan a nuestro alrededor. Somos adictos a la indiferencia, un montón de estupidos pasando unos junto a otros sin mirarnos, arrastrando la apatía.
Y en mi catarsis descubro que finalmente la indolencia no es tan nefasta, que realmente es útil, no sólo para refugiarnos en ella sino, de igual modo, para aliarnos con ella y salir a avante como individuos, para ser más competitivos y alcanzar, en algunas ocasiones, nuestras metas…

Moraleja: sólo se que hoy me siento dentro de un “cocktail de frutas locas” y que no me importa nada; mañana será otro día.

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